Ya había ganas de celebrar el día del libro con relativa normalidad. Ese deseo se nota especialmente entre los escritores y con más intensidad entre los autores independientes. Volver a instalar los puestos para vender los libros y las rosas era algo perseguido por todos, editoriales, escritores y librerías.

En 2020 se celebró Sant Jordi en verano, que no es lo mismo, señores y en 2021 fue celebrado a medio gas, una edición especial solamente para editoriales y librerías, dejando de lado a los autores independientes, los cuales no fueron autorizados a instalar sus puestos; un claro ejemplo de discriminación hacia unos escritores tan válidos como los autores que están bajo el paraguas de una editorial.

Este año, en Barcelona, ha vuelto la normalidad, otorgándose de nuevo el permiso a todo aquel que quisiese poner una parada, como era norma antes de la pandemia, esa que todavía colea.

Sin duda, se puede afirmar que la festividad de Sant Jordi es una de las más queridas de las celebradas en Barcelona. Ahora queda por ver si la población este año tiene ya ganas de Sant Jordi, si sale en masa el 23 de abril.

Yo estaré con una pequeña parada, en la que se podrán encontrar mis libros y algunas de las antologías en las que he participado. Espero disfrutar del gran día de la fiesta del libro.