¿Y cómo empezó todo?

Es posible que no os interese como empezó mi relación con el mundo literario, pero si hay una sola persona que lea las siguientes líneas con atención, todo esfuerzo será poco.


Lo cierto es que no sé decir que libro leí primero, si se exceptúa el típico cuaderno para aprender a leer. Aunque quizás lo primero que leí fueron aquellos cubos donde cada cara era una letra diferente y con las que se podía formar palabras. Fueron con esos cubos con los que aprendí a leer, claro, esto lo sé porque me lo han contado, porque en verdad no guardo ningún recuerdo de ello.

¿Y antes? Era muy aficionada a que mi madre me leyera cuentos cuando estaba enferma. Incluso hoy día todavía rondan por casa algunos de esos viejos cuentos.

 

Y cuando ya sabía leer recuerdo una pequeña historia de no sé que escritor que se me ha quedado grabada. Era un pequeño relato donde las cosas no se llamaban por el nombre por el que se conocen sino por otro distinto, podía ser que la cama tuviese como nombre nevera y la nevera recibiese el nombre de loro, por decir algo. 
 
Según fui creciendo mi afición y mi acceso a la literatura fue aumentando, durante muchos cumpleaños y Navidades el regalo más esperado era una nueva aventura de Los Cinco o antes de ellos, una colección 21 libros de cuentos de autores como los Hermanos Grimm, Perrault o de… Por mi cabeza aparecen títulos como las otras latitudes como Japón o Perú o de las mil y una noche. Uno: el cuento de los hermanos Kam, Kem. Kim, Kom y Kum. Un día os lo explicaré.
 
Yo tengo una vena «masculina» que se entretenía cuando leía los cómics de Mortadelo y Filemón, Zipi Zape, el Guerrero del Antifaz o mis preferidas: Las Hazañas Bélicas. Claro está, también tenía una vena femenina representada por Esther y sus amigos o mi primer libro de adulto: Peyton Place, con el que gané un buen dolor de cabeza pero que me leí de cabo a rabo.
 
Pero si debo elegir un favorito, aquel libro que he releído en decenas de ocasiones, el ganador es «El saber perdut» de Anna Vilar. Un día os hablaré más de él.

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