No tengo demasiado afición a la literatura erótica, por no decir ninguna pero aún así elegí esta novela para probar algo nuevo y sinceramente jamás se va a convertir en un género de mi gusto ya que esta novela no me anima a buscar otras lecturas semejantes.

Esta novela es la segunda parte del «affaire Stark», pero tampoco te pierdes si no has leído la primera. Puedes empezar con esta y llenar las pocas lagunas con simple imaginación. No es aquello de: «tengo que leer la primera parte porque si no entiendo el misterio». Porque hay un misterio, sí señor. Un misterio que poco tiene de misterioso y que al final solamente tenemos pinceladas con las que la autora intenta intrigar pero que de intriga tiene poco y que al final te importa un pimiento un misterio con el que marean la perdiz trescientas páginas cuando lo único importante (y no quiero decir transcendental) de la novela es la sucesión de escenas eróticas en el que él siempre lleva la voz cantante y ella se deja hacer. La novela acaba siendo una serie de escenas eróticas con un lenguaje chabacano y con pocas variaciones como si la autora no supiese que existe una cosa llamada sinónimos. Unas pinceladas de otros momentos no eróticos solamente sirven para llegar a las trescientas páginas y poco más.

Imagino que si te gusta este tipo de literatura, también te gustará. Pero para mi resulta aburrido y repetitivo, con unos personajes protagonistas típicos y unos secundarios que podrían no existir en absoluto y tampoco se perdería nada.